¡Ojos azules, nunca
igual a ojos azules!
La luz del dia este
no es aquella de ayer,
ni alumbrará mañana.
En infinitos árboles
del mundo, cada hoja
vence al follaje anónimo,
por un imperceptible
modo de no ser otra.
Las olas,
unánimes en playas,
hermanas, se parecen
en el color del pelo,
en el mirar azul,
o gris, sí. Pero todas
tienen letra distinta
cuando cuentan sus breves
amores en la arena.
¡Qué gozo, que no sean
nunca iguales las cosas
que son las mismas ! ¡Toda,
toda la vida es única!
Y aunque no las acusen
cristales ni balanzas,
diferencias minúsculas
aseguran a un ala
de mariposa, a un grano
de arena, la alegría
inmensa de ser otras.
Si el vasto tiempo entero,
río oscuro, se escapa,
en las manos nos deja
prendas inmarcesibles
llamadas días, horas
en que fuimos felices.
Por eso los amantes
se prometen los siempres
con almas y con bocas.
Viven de beso en beso
rodando, como el mar
se vive de ola en ola
sin miedo a repetirse.
Cada abrazo es él, solo;
único, todo beso.
Y el amor al sentirlo
besa, abraza sin término,
buscando
un más detrás de un más,
otro cielo en su cielo.
Suma, se suma, se suma,
y así de uno más uno
a uno más uno, va
seguro a no acabarse;
toca
techo de eternidad.